domingo, 1 de noviembre de 2009

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viernes, 23 de octubre de 2009

TRAS LOS MUROS DE CARANDIRÚ






Tras los muros de Carandiru
Cuestiones sobre crítica, reglas y orden social
CARLOS A. GADEA
El film
Carandiru se presenta como un escenario donde sus encuadramientos institucionales parecen siempre estar viviendo en sus límites, en una tensión continua. Carandiru es un film de un maestro veterano en la historia del cine brasileño, realizado de forma clásica, sin interferencias estéticas consideradas contemporáneas. Es un film ambicioso, que pretende dar un cuadro general de centenas de presidiarios que vivían en condiciones miserables en el complejo carcelario Carandiru antes de la gran rebelión del mes de octubre de 1992, en la que fueron asesinadas por la policía 111 personas.
Carandiru trata temas como la violencia, la pobreza, el crimen y la marginalidad, pretendiendo no estetizar la miseria y la exclusión. Con un lenguaje más discursivo y de menos explotación de la imagen, menos vertiginoso y más proclive a generar reflexiones espontáneas en el espectador, el film contextualiza la violencia y las injusticias humanas a partir de un realismo artificioso (aunque parezca paradójico) nutrido de las historias de vida que los personajes-presidiarios relatan delante de la cámara. Estos relatos son integrados de tal manera que el espectador siempre parece estar anticipando al propio film, generándose una especie de tedio acumulativo ocasionado por la reiterada referencia a ciertos aspectos de la "naturaleza humana" y la dinámica social de Brasil. Poco se aprende con las mini-historias narradas, a no ser el "lugar común" de que la "vida es dura". Por esto, el gusto y la elección del "primer plano" como forma de comunicar dichas historias sugieren una falsa objetividad que delata los objetivos políticos del director. Estos recursos, algo abandonados últimamente, revelan el retorno de una estética cinematográfica que, a pesar de no ser propósito central, mezcla el documental con la crítica social. Esto, sin duda, no es problema alguno para un film que fue pensado para ofrecer esos efectos. El problema que sí es encontrado es en la manera que han sido pensados ciertos conceptos y categorías. La relación entre individuo y ambiente (presidiario y presidio) y la relación entre sujeto y sociedad se presentan no muy bien delimitadas para los tiempos que corren.
Los presidiarios se exhiben como individuos en "situación límite", ansiosos, con previsibles carencias afectivas, aunque "mágicamente" dotados de virtudes, debilidades y sueños, individuos de una complejidad tal que parecen escapar a su estigmatización. Al mismo tiempo, la vida en la prisión no es sinónimo de caos o desorden, ya que se muestra una compleja organización social, estructuras de poder y ciertos mecanismos por los cuales se torna visible para todos (presidiarios, policías y autoridades del presidio) códigos de convivencia y roles sociales (cocineros, limpiadores, etc.). Existe un tipo de orden, en absoluto flexible, tornando posible la convivencia asfixiante del hacinamiento carcelario. ¿Y qué es lo que parece legitimar ese orden? En el Carandiru de Héctor Babenco es el poder de la palabra, que se presenta por encima de la fuerza física. Esto, indudablemente, se vincula con una narrativa fílmica que sugiere la potencial capacidad de los presidiarios de articular y negociar posiciones antagónicas y situaciones de conflicto, dando así tranquilidad a la supuesta vida en comunidad. Como puede comprenderse, existen reglas y normas que determinan el contexto en que se mueven los presidiarios. En términos de Goffman (2), es posible percibir que existe una "cultura interiorizada" de los presidiarios a través de una diversificada red de microprocesos socializadores.
Este aparente orden que es presentado en el film se manifiesta en los marcados signos de solidaridad existente entre los presidiarios, algo que por momentos resulta artificioso y forzado. No es que no existan, de hecho, acciones definibles como solidarias en las diversas actitudes que ellos toman en los propios presidios, pero su escenificación en el film es un tanto exagerada. Si bien en toda institución total (el presidio) hay un orden, este no debe confundirse con un abrigo comunitario de iguales en condiciones y suerte. La vida en la prisión, por ejemplo, no alimenta una comunidad, ya que compartir el estigma y la humillación no convierte en iguales a los sufridores. Si las personas estigmatizadas pueden hasta vivir pacíficamente, esto no quiere decir que desarrollen respeto mutuo. De aquí la humanización de los personajes que el film realiza con la finalidad de darle al espectador la idea de que los presidiarios en absoluto carecen de un signo político-cultural distintivo como lo es el de la solidaridad. En vez de complejizarse aún más el micromundo de ellos, el film reduce sus interacciones a simples datos que evidencian la convivencia, la fidelidad, la organización y el respeto, todas categorías denodadamente politizadas y, así, con límites hermenéuticos evidentes.
Frente a esto, se debe considerar que el presidio es producto de una segregación social forzada y, como afirma Goffman (3), más allá de que haya tendencias de solidaridad, tales tendencias son limitadas. Las coerciones y reglas que sitúan a los presidiarios en una posición en que pueden identificarse y comunicarse no conducen necesariamente a una moral de grupo y a la solidaridad. La desconfianza entre ellos es un factor muy importante, una desconfianza que es análoga a una pretensión por alejarse de la imagen estigmatizada del otro. Un presidiario diría: "los otros como yo" significa los "otros tan indignos como yo", por lo que "parecerse más con ellos" significa ser más indigno de lo que ya soy (4). Siendo así (y recordando a Goffman), más allá de que exista poca lealtad de grupo en las instituciones totales, la expectativa de formación de esa lealtad constituye parte de la cultura del presidiario. Lo que existe es la expectativa, acompañada de tensión, y es ella la que subyace en las motivaciones de las acciones de los presidiarios. Esto resulta así porque en un presidio, como en toda institución total, como lo estudió Goffman, existe una perturbación en la relación usual entre el actor individual y sus actos. El presidiario ya no es aquél que era "fuera de los muros", fuera de Carandiru, ya que una tensión se instala entre su "situación mortificante" (su vida en el presidio) y sus selfs anteriores. Esta frontera es la que justamente tiende a desvanecerse o a flexibilizarse en la dinámica del film. Sin embargo, dentro de Carandiru (no el del film), esta tensión tiende a afirmarse, extenderse y consolidarse en una crítica (la cultura de la rebelión carcelaria) hacia la ausencia o poca visibilidad de las supuestas reglas o normas que presumiblemente deberían imperar en los presidios, expectativas de comportamiento que la institución no consigue satisfacer y, entonces, legitimar el mismo hecho de la situación de cautiverio, hacinamiento y pérdida de libertad. Los presidiarios, así, entran en un conflicto que Goffman tal vez no había previsto: el que surge cuando la institución total, en este caso el presidio, es un simulacro de sí mismo, incapaz de legitimarse como un típico espacio de la "sociedad del disciplinamiento".
Sociabilidad, reglas y contingencia
La rigidez de la recreación y transmisión de reglas y códigos morales es un signo distintivo de instituciones totales como el presidio, pero es una rigidez que intuye y desconfía que las reglas ensayadas son practicadas desde una profunda relativización e indiferencia. Las reglas están en el repertorio de interacciones sociales, pero no como imperativos categóricos, sino como simples pautas a las que hacer referencia para simular un orden contingente, un orden en estado de posibilidades indeterminadas.
Deleuze (5) afirmaba que nos encontramos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, escuela, fábrica, familia. No así, reformar la escuela, y hasta los presidios (lugares de encierro por excelencia) se torna gesto necesario y de obligación normativa por parte de las autoridades que, con desconcierto y buena dosis de voluntarismo, parecen no advertir que lo que terminan haciendo es administrar la agonía de estas instituciones.
El poder panóptico (en referencia a Foucault), como principal lógica de integración social, y la regulación normativa, como principal estrategia de mantenimiento del orden, han caducado. Las "sociedades disciplinarias" son lo que ya no somos. Son otros los dispositivos culturales, sicológicos y políticos que entran en juego en las interacciones sociales actuales. El esquema disciplinario, en general, funcionaba en términos de posiciones, puntos fijos e identidades. Foucault había analizado la producción de identidades como fundamental para la función de la regla en las sociedades disciplinarias. No obstante, siguiendo los análisis de Bauman, la actual "modernidad líquida" (en contraposición a la "modernidad sólida", disciplinaria) funciona sobre la base de la movilidad, la anonimidad y lo flexible de las identidades. Si nos hallamos en la transición hacia una "sociedad del control", como lo manifiesta Deleuze (6), ésta se define por la producción de contingencias. En lugar del disciplinamiento de los sujetos como identidad social fija y estable, nuestra contemporaneidad tiende a establecer un programa autónomo de regla, es decir, que la velocidad, mutabilidad, movilidad y flexibilidad son las cualidades que caracterizan la producción de la regla social.
Si en Carandiru existe la posibilidad del desafío a la regla, aunque ésta se presente en grados de simulación permanente, fuera de su hermetismo disciplinario las cosas parecen diferente. El desafío a ella en nuestras sociabilidades se presenta como una nebulosa, como algo difícil de aprehender. Más allá de que persistan aquellas propias del imaginario social del disciplinamiento y la racionalización, nuestras sociabilidades no reconocen, o cada vez reconocen menos, la regla, aquél imperativo cultural y político que determinaba y delineaba nuestra identidad y posición social. La regla se nos escapa en el preciso momento de reconocerla. Profundamente autónoma, existe en su huida de puntos que la mantenga estable y sólida. Por eso, no desaparece por su ausencia o por un desafío hacia ella, sino por su permanente estado líquido, difuso y mutable.
Como a veces suele escucharse, en nuestra contemporaneidad la transgresión es parte de la regla. Ya no es su antípoda, sino su análogo. No obstante, Carandiru, o cualquier presidio que presente similares características, nos permite anticipar una metáfora de los tiempos que corren: aunque la regla se revista de simulacros o parodias en la lógica disciplinaria de los presidios, ella es una figura plausible de identificarse, constatarse, verificarse, y así, posible de ser criticada, desafiada y trascendida, aunque mal no sea en otras formas de simulación develada. Si bien es escurridiza, ella no escapa a la dinámica (aunque en crisis) del modelo disciplinario del presidio. Es la expectativa de orden, o de ordenes contingentes, lo que la canaliza en las diversas sociabilidades dentro de las instituciones totales. Por eso, el presidio simboliza el esfuerzo por eliminar la contingencia para transformarse en destino, en la representación de una estricta causalidad y una secreta teleología, un fin, una meta, la muerte, la rebelión, el encierro. No así, las sociabilidades fuera de los límites de los presidios resultan ser metáfora de un espacio fuera de la disciplina. La vida en libertad depara una condición social de ilimitadas dimensiones. Fuera de la disciplina se escapa del destino y se ingresa y enfrenta a un ambiente que otorga prioridad a la satisfacción de las necesidades de la autodeterminación.
El modelo foucaultiano de instituciones de encierro como el presidio aún persiste a pesar de su decadente rostro. Persiste como imaginario de un orden particular que produce identidades fijas. Persiste como modelo disciplinador que conduce a estigmatizaciones (Goffman), a la construcción de la otredad como esquema identificatorio de códigos marginales. Por eso, al ingresarse en un presidio se adquiere una identidad: ésta va construyéndose en un ambiente delimitado y supuestamente reglamentado, con las contradicciones consecuentes de ser un ambiente-institución en crisis.
Las rebeliones
El valor de la crítica, como ejercicio y práctica de descontento y rebelión hacia determinadas situaciones predefinidas como injustas, tiende a redimensionarse en espacios móviles, en escenarios culturales cuyo orden se encuentra en estado de posibilidades indeterminadas. Los imaginarios ideológicos tan sólo operan como puntos fijos de ordenamiento de los discursos que pretenden describir y exteriorizar las acciones prácticas a emprender. Cuando ellos se convierten en obstáculo para la acción, el cambio es ejercido de inmediato. Otro imaginario sustituye la descripción del mundo anterior y las posibles acciones en él, por lo que individuos o comunidades políticas son capaces de tantas descripciones del mundo cuantos fueran los objetivos a ser alcanzados y atendidos. Todas las descripciones de la realidad del mundo vivido tal cual se presenta en la cotidianeidad son evaluadas de acuerdo a su eficacia en cuanto instrumentos al servicio de objetivos prácticos. En Carandiru, la rebelión es un desenlace que trasciende las motivaciones emanadas únicamente de las condiciones de vida material, el hacinamiento y la precariedad. Cada historia de vida de los presidiarios parece encontrar explicaciones para descontentos más intensos. Existen desencajes que el film se dedica a evidenciar, una tensión más sicológica que material, a pesar del interés manifiesto por politizar ambientes y acciones, incluso por politizar el mismo presidio, convirtiéndolo, ante nada, en una institución política.
La rebelión de los presidiarios del año 1992 se muestra de forma rápida en el film, no es lo que parece importar. Interesa más describir el mundo social, el microespacio de interacciones sociales y relaciones entre los presidiarios y la institución. El espectador, así, está instigado a sumergirse en un ambiente de reglas y normas confusas, existentes pero también simuladas, un orden supuestamente estable, transparente y al que se le exige satisfacer las expectativas a priori definidoras de una institución total como el presidio. Por eso, las rebeliones son también motivadas por la intención de restablecer un orden que no preexiste para los presidiarios. Tal vez Deleuze olvidó que en las simulaciones a reglas y normas también se encuentra un elemento de crisis del modelo social del disciplinamiento. Sin embargo, no se escapa de la ambigüedad, ya que la propia simulación puede hasta ser lo que permite la propia legitimidad herida de las reglas en las instituciones totales.
Al salir de Carandiru es posible encontrar realidades sociales en absoluto compatibles con las que se pretendieron mostrar en el film. La vida social es diferente. Las reglas se ausentan con facilidad, están para no decir mucha cosa, para inclusive escucharnos. Los papeles se han invertido. El problema radica en localizar la regla, en encontrarla, para luego eventualmente desafiarla y trascenderla. Si actualmente se experimenta la condición de vivir "después de la orgía", como afirma Baudrillard (7), después del momento explosivo de la modernidad, en el que todos los discursos emancipatorios han sido liberados y puestos en circulación permanente, la regla, entonces, no puede escapar a esta indefinición y principio de incertidumbre, simulación e ironía. En tales circunstancias, ¿cómo comprender el espacio de la crítica? Antes que nada, no en correspondencia a una regla social vigente, a la que se supone debe trascenderse. No hay un cuerpo social, una totalidad, a la que se pueda hacer responsable de la legitimación de determinadas reglas y normas. Y aquí radica la dificultad de localizarlas.
Los espacios y el destino de la crítica
Del drama a la tragedia de lo social
La relación entre la vida y la regla adquiere una singular forma trágica. Si en el drama social existe la posibilidad de la reconciliación de los opuestos, de la síntesis y del precepto comtiano "reductio ad unum"; en la singularidad trágica de las sociabilidades actuales la regla sólo puede ser deducida de la propia vida, y no al contrario, como fue frecuente para los imaginarios discursivos de la modernidad. Más allá de la aparente unificación globalizadora que nuestro presente constata desde una mirada dramática de lo social, una mirada obsesionada por el futuro, por el proyecto, por la acción y el dominio sobre la vida; lo trágico social considera la vida en su multiplicidad y ambigüedad, importándole las situaciones donde los contrarios se hibridizan.
El sentido trágico de las actuales sociabilidades se diferencia del contenido dramático de las dinámicas disciplinadoras típicas de las instituciones totales. El presidio, como tal, encarna el destino del drama de las interacciones sociales: la búsqueda del desenlace final, la búsqueda de las reglas que tornan transparente el ambiente-contexto en que los sujetos se mueven.
La crisis de las "instituciones de encierro" es, al mismo tiempo, resultado de una transformación de los espacios generadores de reglas en la propia sociedad contemporánea. El Estado y otras instituciones sociales han perdido perspectiva conciliadora en la tarea por producir elementos de cohesión social y justicia colectiva. La regla, entonces, migra de espacios, ingresa, por ejemplo, en los medios de comunicación y se transforma. Sale de su "estado primigenio" y se torna pública bajo la atención dispersa y espectacular del lenguaje televisivo. Al mismo tiempo, lo moral y lo ético ganan una nueva legitimidad en la dinámica mutable y rápida de los medios. Sin embargo, la regla social pierde en visibilidad, en solidez y, fundamentalmente, en su imagen espectral hacia los códigos duraderos del espacio de la moral. Así, la regla y la moral se divorcian.
La generación de reglas de convivencia se ha autonomizado, y algunos persistentes gestos moralizadores no consiguen adquirir forma y transformarse en una normatividad lo suficientemente visible para todos. Por esto, los espacios de generación de la regla se han diversificado y fragmentado. A esta altura, la regla ya es la antípoda de la moral. Mientras los preceptos morales están para permanecer, para consolidar y fijar identidades, la regla se define en su indeterminación, fugacidad y contingencia. El valor de la crítica, entonces, sugiere trascender esta asociación conceptual, representa comprender a la crítica como un ejercicio que se define de acuerdo al ambiente en que se genera y se desarrolla.
La evidencia del pragmatismo es un dato interesante en todo esto. Es algo que se relaciona con aspectos culturales característicos de la condición actual de la modernidad. Al referirse a fronteras culturales, procesos de hibridación, a la ambigüedad y la alteridad, lo que se realiza es ingresar en la dinámica cultural de situaciones que escapan a los ritmos históricos e ideologías de la modernidad. Si se utilizan metáforas sociales que marcan la desestabilización de las identidades, la multiplicidad de escenarios y constitución de sujetos, es porque el orden que se esperaba ver y conocer ya no está. La mezcla, el mestizaje y los cruces culturales son sinónimo de la condición cultural y social actual. Siendo así, la figura del "extranjero", que Simmel muy bien describió, encarnaría la identificación cultural actual de mayor sentido crítico: el extrañamiento cultural continúa siendo una forma privilegiada de desestabilización de marcos sociales arbitrarios, y esto conlleva un espacio y destino para la crítica.
Consiguientemente, ¿qué se ha podido constatar a través del film Carandiru? ¿Que se puede decir sobre el significado y valor de la crítica? Sobre esto último, que no se ha desligado de sus orígenes en sentimientos de injusticia que envuelven, en parte, la precariedad material y los aspectos económicos. Si bien cada vez aportan menos novedades para la comprensión de fenómenos como la crítica, es interesante considerarlos. Con la intención de apartarse de lo que el film pretendía dar centralidad, a cuestiones sobre marginalidad y pobreza material, exclusión social y violencia, se ha hecho énfasis en describir y comprender qué de diferente y de similar existe en la lógica social disciplinaria de un presidio, su escenificación en el film, y la dinámica social y cultural actual. Un interés ha sido dejar claro que la regla es una figura de difícil aprehensión y localización. Si ella resulta visible y constatable, aunque no sea en sus formas simuladas, como sucede en los presidios, la posibilidad de la crítica y la rebelión es mayor. Estos ambientes son generadores de reglas, producto de un determinado orden, y contrariamente a lo que podría pensarse, también generadores de una cultura crítica que conduce, inevitablemente, a la violencia y la rebelión, la búsqueda de soluciones finales.
El espacio y valor de la crítica comporta una lógica diferente en lo social y cultural actual. No someterse a la "forma de sociedad" y contornos institucionales de un presidio, significa estar asumiendo una "condición de libertad" en la que la ausencia de anclajes socio-culturales precisos convierte al ejercicio y práctica de la crítica una tarea compleja. Lo que justamente el film pretendía demostrar era que los espacios dentro y fuera del presidio no eran tan diferentes y, entonces, que el valor de la crítica podía ser el mismo en cualquiera de ellos. La falsa ilusión es considerar que ciertos códigos y reglas puedan ser las mismas dentro o fuera de Carandiru, suponiendo, entonces, que la crítica y la conciencia de una serie de injusticias (representadas por las condiciones de vida en el presidio) que conducen al descontento y la rebelión final son igualmente válidas para el universo cultural y normativo de nuestras sociabilidades. Nada de esto resulta perceptible. Y esto es así porque se supone que si existe crítica es porque se ha podido localizar la regla a desafiar y trascender: ella ha adquirido características confusas, y no consigue transparentarse como en un presidio.
¿Cuál sería, por ejemplo, el conjunto de reglas que materializarían aquella institución o acción a desafiar y criticar? Se puede argumentar, tan sólo, que nos encontramos en espacios fluctuantes y, como lo advirtió Foucault hace más de dos décadas, bajo una multiplicidad de estrategias de poder y lógicas de resistencia. Al deducirse de la propia vida la forma que asume la compleja relación entre la regla y la crítica, se ingresa en una dinámica trágica de lo social, desafío que anuncia la posibilidad de estar capacitados para comprender las motivaciones y acciones individuales y colectivas sin la a priori búsqueda de soluciones finales, resoluciones y síntesis de la condición de vida actual.
NOTAS
(1) Presidio de máxima seguridad de la ciudad de San Pablo, derrumbado el 8 de diciembre de 2002. Su nombre es título de un film (Carandiru, EUA-Brasil, 2003) dirigido por Héctor Babenco, material utilizado en el presente texto.
(2) Manicomios, prisoes e conventos. Sao Paulo, Perspectiva, 2001, orig. 1961
(3) Idem.
(4) Comunidade. A busca por segurança no mundo atual. Río de Janeiro, Zahar, 2003; 110.
(5) Posdata sobre las sociedades de control", IN: Christian Ferrer (comp.), El lenguaje literario. Tomo 2. Montevideo, Nordan, 1991.
(6) Idem.
(7) La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos. Barcelona, Anagrama, 1991.

CARLOS A. GADEA es uruguayo y reside en Brasil. Es Master en Sociología Política por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), y Profesor de Historia por el Instituto de Profesores Artigas (Montevideo). Está realizando el Doctorado en Sociología Política por la Universidad Federal de Santa Catarina, Florianópolis. Es Miembro del Núcleo de Pesquisa en Movimientos Sociales del Departamento de Ciencias Sociales de la misma universidad.

La administración del delito

ENTREVISTA
Sistema Penal y Sociedad
Contratiempo habló con el Dr. Sebastián Foglia, entre otras cosas, de la relación entre cárceles, ciudad y sociedad, de la función del sistema penal, de las políticas de readaptación y de la criminología como espacio de investigación.
La cárcel pareciera ser un espacio negado por la sociedad, un punto ciego en la trama urbana ¿cómo ve Ud. la relación entre ellas?
Entiendo que ese concepto de la cárcel ha cambiado mucho actualmente. Hoy la oscuridad de la cárcel se ha visto surcada por la mirada tanto del propio Estado como del público.
Por un lado, Bentham estaría contento al ver que en las cárceles actuales existe una mirada continua del Estado (o del guardiacárcel) mediante cámaras de vigilancia funcionando las 24 hs. en los pasillos de los pabellones (1).
Y del público pues los muros también han sido permeados por la mirada de los medios. Existen toda clase de programas televisivos que reproducen lo que pasa en la cárcel, se pueden ver investigaciones con cámaras ocultas, también los familiares de los detenidos tienen posibilidades de expresarse contando lo que pasa adentro y las crudas imágenes de los motines nos son mostradas lamentablemente con bastante frecuencia.
¿Qué rol cumplen los talleres universitarios que trabajan sobre temas como la cárcel, el delito, las penas?
Creo que son muy necesarios, pues -más allá de que efectivamente los internos se reciban- ya de por sí la sola posibilidad de asistir a clases para quien esta alojado en la cárcel es un beneficio importante. Al reo le permite pasar un tiempo fuera de la lógica carcelaria del pabellón, y le permite abstraerse en pensamientos e ideas.De lo contrario pasaría el tiempo en la celda o en el patio. Cabe señalar que -aún teniendo todo el tiempo ha disposición- la subcultura carcelaria resulta un obstáculo hasta para la lectura de libros.
Pero hay más, con algunos alumnos –en mi experiencia- hemos podido lograr un espacio sumamente interesante para el debate, en general y sobre el sistema penal, pues desde el punto de vista de la propia gente que lo sufre, se pueden profundizar los temas y sacar conclusiones, que no estarían al alcance de simples observadores como uno. Es decir, tanto con personas que demuestren interés, como con las que no, el resultado es positivo, pues permite romper la lógica mencionada de premios y castigos y generar un espacio distinto que sin duda ayuda al acercamiento con el mundo libre.
No es posible determinar si -al salir en libertad- la persona continuará los estudios, pero por lo menos se le ha mostrado al preso una nueva posibilidad y se lo ha dotado de conocimientos adecuados para ser menos vulnerable, para no volver a caer en el sistema penal.
Actualmente el número de alumnos que cursan la universidad no es realmente significativo. Existen reticencias de diversos frentes (el servicio penitenciario, la universidad, hasta la propia comunidad, etc) para que esto se amplíe. No existen estructuras adecuadas (aulas, libros, profesores, etc) y, creo que esto es el obstáculo más grande, las direcciones de los penales manejan la cuestión en carácter de premio, como un mecanismo más de control.
Dados los mecanismos represivos de control social que utiliza el sistema neoliberal para imponer su política, una posible lectura es la del espacio carcelario como una continuidad de las zonas excluídas de la ciudad. ¿podría interpretarse que el espacio de la cárcel, como está constituido actualmente, es obsoleto?
Sin duda el espacio de la cárcel es una continuidad de las zonas excluídas de la ciudad, pero de ningún modo es obsoleto. Sabido es que los clientes del sistema penal que pueblan nuestras cárceles son casi en su totalidad pertenecientes a los sectores pobres, los excluidos de la sociedad. El sistema opera selectivamente sobre ellos, y luego de un tiempo, resultan ser siempre los mismos. Son aquellos más fáciles de agarrar, los de los delitos torpes, etc. Por ello existe una doble vía continua entre estos barrios y la cárcel: la cárcel es una continuación de la villa, existe una continuidad de la villa a la cárcel.
Actualmente asistimos a la reproducción de "la villa en la cárcel", es decir, una situación de vida carcelaria en condiciones tan precarias como en las de un ghetto urbano –villa o favela-, que es la actual situación del sistema carcelario no solo argentino sino latinoamericano. Creo que hoy es posible afirmar en la cárcel argentina el respeto al principio de "less elegibility", aquél principio teórico del siglo pasado que decía que las condiciones de vida de la cárcel siempre deben ser peores que las del último estrato social. Esos pensadores estaban preocupados de que haya personas que quieran cometer delitos para estar detenidas y tener techo y comida. Hoy sin duda las condiciones de detención son mucho peores que las condiciones de vida en cualquier ghetto urbano.
Esta situación de privación continua en la cárcel genera violencia pues si ponemos 200 personas en un pabellón y no les proveemos alimentos, medicamentos, ropa de abrigo, elementos de aseo, lo primero que va a ocurrir es un motín. Si precarizamos la vida en el penal, los internos terminan matando, por ejemplo, por un kilo de yerba.
Aún advirtiendo esta selectividad encarnizada y las condiciones de la cárcel, no creo que sea posible decir que el sistema es obsoleto. La cárcel actual no educa, no recupera, no resocializa, no reinserta, pero:
Excluye: pues el paso por la cárcel define la exclusión social del mercado de trabajo lícito, al generar una etiqueta difícil de quitar, por lo que define la carrera criminal (o mercado de trabajo ilícito); y,
Controla: pues estos clientes, que son los vulnerables al sistema penal, entran y salen, son controlados tanto por la cárcel como por los patronatos de liberados o por las agencias de asistencia, se sabe donde viven, cuando salen, a que se dedican hasta que vuelven a caer, etc.
Esa es la función latente del sistema penal, a la que entiendo alude Michel Foucault en el famoso último capítulo de "Vigilar y castigar" (2). El verdadero poder de la prisión es la posibilidad del Estado de administrar y controlar un caudal de ilicitudes, controlando ese grupo minoritario y de esa forma controlar el comportamiento y la sumisión del resto de la población, que en general es ajena a la criminalización. Es la función simbólica del castigo actual, y aún con sus panópticos deteriorados, de paredes derruidas, de guardiacárceles mal pagos, etc, está tan vigente como nunca. En este sentido, la cárcel es el corral de los chivos expiatorios.
Me he visto muy interesado en los estudios de los años 70, cuando surgieron esas visiones de la cárcel como lugar de disciplinamiento de las masas a la vida capitalista. Se decía correctamente que el origen de la cárcel eran las "work houses" o "casas de trabajo" inglesas donde desde fines del siglo XVIII mendigos y vagabundos eran obligados a trabajar en la elaboración de diversos productos. Era la relación entre "la cárcel y la fábrica" (3). Pero creo que actualmente los términos han cambiado. Creo que ahora debe verse esa relación estructural en la óptica de "la cárcel sin la fábrica", o cárceles de exclusión o "cárceles de la miseria", como las llama Loïc Wacquant (4).
Replanteamos la pregunta: Pensando en esta ampliación de la situación carcelaria a las zonas "peligrosas" de la ciudad, o ésta regidas por principios carcelarios, ¿sería posible un sistema penal en la Argentina que tienda a abolir la prisión, o por lo menos a crear situaciones intermedias?
No creo que sea posible pensar en un futuro sistema penal sin cárcel. Por el contrario los indicadores muestran que va a haber más cárceles. Un claro ejemplo es la provincia de Buenos Aires, donde, a partir de una reforma legal represiva que estableció la inexcarcelabilidad de determinados delitos (ley prov. nº12.405), se llevó el número de presos de 18.000 a más de 30.000 en cinco años.
Pero si entiendo que se está ampliando la situación carcelaria a los barrios pobres. Mientras el recurso cárcel no va a decrecer, las políticas estatales de control en los barrios pobres puede aumentar. Es ese el otro margen de la continuidad entre "cárcel" y "villa". Asistimos a eso actualmente, por ejemplo el barrio Fuerte Apache esta sitiado por personal de la Gendarmería Nacional, o pensemos en las favelas de Brasil. Desde el discurso se lo ha explicitado también: en la Prov. de Buenos Aires el jefe de la policia bonaerense del año 2001, Comisario Amadeo D´angelo, quizo implementar un plan para "rodear las villas para que no salgan los delincuentes" (cfr. Diario El Dia de La Plata 15 de mayo de 2001).
Estas son muestras de un retorno a la ideología de finales del siglo XIX que relacionaba clases populares a clases peligrosas. La política criminal actual focaliza en determinados territorios urbanos, que desde el discurso estigmatiza, configurando los conceptos de "barrios peligrosos" y que está asociado a un estereotipo de "delincuente juvenil". El control social es fundamentalmente eso, es la producción de significado.
No veo que esto fuera a abolir la institución carcelaria. Por el contrario, la tendencia es inversa: la política criminal actual, a la par de focalizar los problemas en las villas, expande la cárcel y relegitima su función en ese mecanismo selectivo y de definición.
¿Ud. qué piensa de las políticas de readaptación a la sociedad de los detenidos?
La readaptación es una ideología encubridora de lo que la cárcel es, fue y será siempre: puro secuestro de personas. A lo largo del tiempo, lograr la legitimidad necesaria del Estado en su tarea de encerrar personas, nunca fue fácil de realizar. Analicemos distintas fotografías de la cárcel:
-Pensemos en la "cárcel-fábrica", en la cárcel disciplinaria de fines del siglo XIX de Estados Unidos o europa, todos los presos haciendo trabajos forzados, un intento bien logrado de darle una utilidad a esa masa humana privada de libertad de forma acorde con los principios religiosos y económicos de la época.
-Imaginemos ahora la cárcel modelo argentina, la Penitenciaria Nacional de la calle Las Heras en Capital Federal en los años 1920 – 1930. Todos los presos en sus celdas con sus traje a rayas, y por los pasillos de los pabellones, científicos europeos elogiando su funcionamiento. Trabajo, estudio, disciplina e higiene. Aunque fue una sola porque -como dice Caimari- el resto de las cárceles funcionaba con la precaridad habitual ("Apenas un delincuente", Siglo XXI, Bs. As. 2004).
-Miremos ahora los centros terapéuticos típicos de europa occidental de los años 60 y 70, dominados por psicólogos y psiquiatras, con complejas teorías y tratamientos, una foto similar a la "La Naranja Mecánica" de A. Burguess. De vuelta la ciencia dando la legitimación al castigo.
Esta claro que estos fines asignados a la cárcel son falsos. La cárcel no educa, no recupera, no resocializa, no reinserta. Pero resulta difícil erradicar semejante herramienta simbólica de control social. Por ello, lo único que cabe en este contexto es sincerar su discurso.
Tiene toda la razón Zaffaroni cuando dice que se debe buscar a fortalecer igualmente una ideología de la cárcel fundada en los D.D.H.H., una cárcel donde se imponga un trato humano, lo menos deteriorante posible y que ofrezca la posibilidad de reducir los niveles de vulnerabilidad (encuadre en estereotipo y asunción de sus roles) de sus clientes (5).
La sensación de inseguridad muchas veces creada por los medios, el reclamo a veces masivo de mayor control, el miedo y la misantropía que caracterizan los tiempos actuales parecerían contribuir al robustecimiento de este estado policial y represivo. Pero por otro lado, hay una creciente crisis de legitimidad del poder Judicial y del sistema Penitenciario, ¿cómo interpreta Ud. esta contradicción en el seno de la sociedad?
Creo que ambas críticas de la sociedad van de la mano. El contexto favorece los pedidos de mano dura. El discurso "Blumberg" divide a la sociedad en "buenos" y "malos". Se reclama para la gente "buena" y próspera de la sociedad más seguridad por parte del Estado; y para la gente "mala" la cárcel. Es el discurso de la guerra, de la defensa social. Las víctimas, olvidadas por siempre por el sistema penal, deben agruparse para hacer escuchar sus voces. Piden castigo y resolución inmediata de las causas. En este sentido creo que en los pedidos de las víctimas de delitos graves se apunta a la justicia inmediata, casi al linchamiento.
Y es verdad que existe una lentitud bastante intolerable de los procesos, pero la opinión pública desconoce que en un Estado de Derecho los medios para poder encerrar legalmente a alguien siempre requieren de tiempo. Se cree que por ser hechos graves, estos resultan son probados de por sí, cuando luego todo se alarga (por ejemplo, los testigos no quieren declarar, hay reticencias, la operatividad de los derechos de los justiciables implican demoras necesarias en recursos, etc).
En esta misma línea, la política de exclusión genera nuevas conductas de resistencia que para el poder se ubican en el límite del delito y que a la vez generan también transformaciones en el uso del espacio público, ¿cómo lee el derecho penal este cambio en las relaciones del poder sobre los cuerpos donde ya no se necesita tanto el disciplinamiento como el control constante? ¿Genera nuevas definiciones en cuanto a los conceptos de "delito", "criminal o transgresor" y "pena"?
El espacio público siempre estuvo en pugna. En los últimos años el espacio público va en retirada, ante la privatización de un gran porcentaje del mismo. Avanzan las rejas, los shoppings, etc. Así como el resto de las transformaciones desde los años 60/70´s, también el espacio excluye. Solo los que consumen, pagan peaje, pertenecen, etc, pueden ingresar a esos espacios.
En los espacios que permanecen públicos, esos grandes corredores de personas, se arma la gran lucha entre el Estado y los grupos excluidos, que luchan "en" el espacio público y "por" el espacio público (piqueteros, vendedores ambulantes, etc).
Creo que es parte de un fenómeno regional. Es la lucha política actual latinoamericana: los piqueteros en Argentina, los "sin tierra" en Brasil, hasta la situación de Chiapas en México. No existe otra forma de manifestación de los excluidos del sistema, que no sea mediante intentar adueñarse de ese espacio público. Para variar, a este nuevo conflicto se lo ha criminalizado también, al definirlo como delito y hacer operar sobre él al sistema penal. Y la sanción asignada es también la misma: la cárcel.
La criminología en nuestro país, ¿está abordada como una disciplina crítica?
A grandes rasgos, podríamos dividir a la historia criminologica argentina en dos grandes etapas. En primer lugar, existió un gran trabajo de los criminólogos positivistas que va desde fines del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, pensemos por ejemplo en Luis María Drago, Antonio Dellepiane, José Ingenieros, etc. Estos autores estaban influidos por la criminología positivista italiana y francesa, pero principalmente por los estudios de Lombroso y de Ferri.
Posteriormente, desde los años setenta hasta fines de los ochenta, se desarrolló en Latinoamérica –también en consonancia con una corriente italiana como la de los autores Baratta, Pavarini, Melossi, etc.- la corriente denominada criminología crítica, en el cual se destacaron pensadores tales como Bustos Ramírez, Novoa Monreal, Aniyar de Castro, Del Olmo, etc. y nuestros autores argentinos como Zaffaroni, Bergalli y Baigún entre otros. Este frente profundamente crítico, especialmente del sistema capitalista desde aquellos años, ha caido en crisis, habiéndose reencausado algunas posturas radicales en diversas ramificaciones teóricas. No obstante, considero que el mejor exponente actual de la posición crítica ha sido la nueva formulación teórica - rediseñada y mejorada- de Zaffaroni en su última obra, escrita junto con Slokar y Alagia: Derecho Penal Parte General (Ed. Ediar, Bs. As. 2000).
Se ha criticado que la criminología latinoamericana y argentina ha dejado de lado la investigación de campo, la parte más sociológica de hacer criminología. Y es verdad, los criminólogos se han dedicado más a la narrativa criminológica que a la investigación. Sumado a eso considero que no existe un verdadero campo propio de la criminología. Ser criminólogo no es una profesión paga, más allá de asesorar o dar clases, pero inclusive la materia "Criminología" no existe en muchas facultades de derecho. En general, siempre los que han opinado sobre criminología han venido del derecho penal o del poder judicial.
No obstante, en los últimos años, se está formando una nueva camada de criminólogos que dan mucha importancia a la investigación criminológica y creo que hacia allá va el futuro de la criminología en nuestro contexto. Nosotros, desde el Instituto Interdisciplinario para el Desarrollo de Estudios Sociales (INIDES), actualmente estamos realizando una investigación -que coordina el propio Zaffaroni- sobre las reformas al Código Penal de las últimas dos décadas. Buscamos echar luz sobre las consecuencias que tuvo la desmesurada multiplicación y reforma de tipos penales por el Congreso nacional, algo que responde a un fenómeno que se registra en toda América latina y suele denominarse "inflación penal".
En definitiva, creo que hay un largo camino por delante. Todos los que se sumerjan en el análisis del sistema penal cuentan con un contenido teórico excelente –brindado por los estudios de los autores mencionados- y tienen el privilegio de estudiar un objeto cada vez más complejo y conflictivo.
NOTAS AL PIE
1.- Un ejemplo de esto es la Unidad Penitenciaria nº24 de Máxima Seguridad del Servicio Penitenciario Bonaerense en Melchor Romero, La Plata.
2.- Cfr. FOUCAULT, Michel Vigilar y castigar. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1991.
3.- Especialmente en PAVARINI, Massimo y MELOSI, Darío. Cárcel y Fábrica, Ed. Siglo XXI, México. WALTON, TAYLOR Y YOUNG. Criminología Crítica. Ed. Siglo XXI, México DF, 1988, BARATTA, Alessandro. Criminología crítica y crítica del derecho penal. Ed. Siglo XXI, México 1986, FOUCAULT, Michel, ob. cit. y La verdad y las formas jurídicas, Ed. Gedisa, España y los pioneros RUSCHE, Georg y KIRCHHEIMMER, Otto "Pena y estructura social" Ed. Temis, Bogotá 1984
4.- Cfr. WACQUANT, Löic. Las cárceles de la miseria. Ed. Manantial, Bs. As. 2000.
5.- Cfr. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. "Los objetivos del sistema penitenciario y las normas constitucionales" en El derecho penal hoy, Julio B. J. Maier y Alberto M. Binder compiladores., Editores del Puerto, Bs. As.

SEBASTIÁN FOGLIA es abogado, miembro del Instituto para el Desarrollo de Estudios Sociales (INIDES), Director de la revista electrónica "Derecho Penal Online" (www.derechopenalonline.com), Profesor Adjunto de "Derecho Penal I" en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de La Plata, Ayudante de "Derecho Penal I" del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional del Sur, Auxiliar de la cátedra del Prof. Eugenio Raúl Zaffaroni de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en la materia "Elementos de Derecho Penal y Procesal Penal".

Cárcel: De las Galeras al Control Electrónico



Una Historia del castigo
Cárcel: De las Galeras al Control Electrónico
CARLOS ANDRADA
Hablar de la prisión puede producir algunas confusiones que debemos apurarnos por aclarar, por prisión en el lenguaje cotidiano se entiende tanto la pena privativa de libertad, como el lugar en el que la misma se cumple, que a su vez se lo designa o se lo ha designado con vocablos tan diversos como cárcel, penitenciaría, instituto de detención, reformatorio, correccional, presidio y algún otro que se me escapa. Nosotros hemos de referirnos, muy brevemente, a las distintas sanciones que se han aplicado a aquellos que han violado las reglas de convivencia desde sus orígenes hasta llegar a la sanción por excelencia actualmente vigente y que no es otra que la pena privativa de libertad, sin perjuicio de ir señalando en cada caso el lugar físico que se dispuso para la aplicación o el cumplimiento de la sanción. Contrariamente a lo que suele ser un pensamiento generalizado debemos señalar que la pena privativa de la libertad tal y como se la concibe y aplica actualmente es un instituto de muy reciente creación, hablando en términos históricos. En general se advierte una tendencia a creer que la privación de la libertad es tan vieja como la humanidad, a tal creencia debemos corregirla señalando que lo viejo, tanto como la humanidad, es el castigo, mas no la privación de libertad como pena. Lo que sí ha existido desde tiempos inmemoriales ha sido el "encierro", que mantuvo su vigencia hasta las postrimerías del siglo XVIII. Pero no debe confundirse encierro con pena privativa de libertad, por la muy sencilla razón de que el encierro lo que pretende es posibilitar el futuro cumplimiento de la pena, y la privación de la libertad es la pena misma. Parece obvio señalar que a un individuo al que se le iba a matar previa aplicación de horribles tormentos como sanción, debía retenérsele y el medio, para hacerlo era el encierro. La antigua Grecia ignoró la existencia de la pena privativa de libertad, y lo mismo sucedió en Roma, tanto en la República como en el Imperio, al extremo de que el derecho justiniano consideraba inadmisible e ilegítima una condena a cárcel "pública" temporal o perpetua. Entrecomillo "pública" pues es sabido que en Grecia y en Roma existía la prisión por deudas, que se hacía efectiva en forma ilimitada y privada, hasta que el deudor por si o por un tercero pagaba la deuda. Pero esta era una penalidad civil, cuya ejecución estaba a cargo del propio acreedor, de allí el carácter privado de esta penalidad. Para terminar de comprender la diferencia entre encierro y privación de la libertad como pena, debe tenerse presente que la libertad - tal y como hoy se la concibe- era un bien del que disfrutaban muy pocos por aquellas épocas, se comprenderá entonces que carece de sentido privar a alguno de aquello que no tiene. Prácticamente durante toda la Edad Media, subsiste esta situación, donde la pena por excelencia la constituían una variada gama de crueles tormentos, respecto de los cuáles el resultado muerte no parecía la peor de las suertes para los pobres infelices que los padecían, voy a obviar la referencia a ellos pese al morboso atractivo que despierta su enumeración, pero quiénes deseen conocer las variedades de tormentos aplicables, así como la más brillante de las explicaciones sobre las razones de esta penalidad, pueden consultar el excelente libro de Michel Foucault "Vigilar y Castigar". Es este período el más promiscuo en cuanto a encierro se refiere, ya que no se distingue entre pecado, delito, falta, enfermedad mental o abandono social y es así como la historia recoge esos célebres lugares de encierro donde esperan el suplicio y la muerte, amontonados sin discriminación alguna, viejos y niños abandonados o díscolos, locos, delincuentes de todo tipo, mendigos, mujeres en todas las variantes imaginables, brujas, hechiceras, prostitutas, rebeldes, niñas, etc. El cine y muchísimas obras literarias han inmortalizado estos lugares tristemente célebres, tales como la Torre de Londres, La Bastilla de París y el Palacio Ducal de Venecia, respecto de este último la transmisión oral y las necesidades turísticas han desvirtuado circunstancias históricas. Los recluidos en los sótanos de este Palacio, cuando llegaba el momento de su público suplicio o ejecución eran trasladados hacia el lugar en que debía realizarse, para lo cual debían atravesar un puente por el que la "chusma" los vivaba u hostigaba, y donde exhalaban sus imaginables últimos suspiros, así nació la denominación de dicho puente como "el puente de los suspiros", que, como dije, la transmisión oral, seguramente influida por un nombre tan sugerente como ignorante de su historia real, ha terminado por convertirlo, para el consumo turístico, en el supuesto lugar de encuentro de enamorados, que como todos sabemos también suspiran. Superada la mitad del siglo XVI se produce el establecimiento de algunos lugares de corrección, nacen así casas de corrección en Londres y otras ciudades inglesas y también en Holanda. Comienza a insinuarse levemente una transformación del encierro hacia su destino utilitario, ya que en estas casas lo esencial es el trabajo de los recluidos, fruto de un doble influjo, el luterano que condena la limosna y el calvinista que hace del ascetismo y el sacrificado trabajo diario las mayores virtudes de un buen creyente. Por cierto no se abandonan los castigos, que eran considerados un excelente medio de corrección y proliferan ante el menor síntoma de indisciplina, entre otros menudeaban los azotes, los ayunos forzosos, el cepo y la tremenda "celda de agua" que exigía al allí recluido el trabajo permanente de "achique", con una bomba manual, para salvarse de morir ahogado. Como se observará la fuerte influencia calvinista adquiere así una revelación práctica, sólo el "trabajo", día y noche, le permitirán salvar la vida. Es entre los siglos XVI y XVII que se advierte otra variedad utilitaria del encierro, que seguramente no por casualidad está directamente ligada al desarrollo político de los Estados de la época, es así que muchos países europeos como Francia, España, Venecia, Génova, Nápoles y los Estados Papales deciden utilizar los otrora condenados a muerte para aplicarlos a otros servicios tales como las Galeras. También el cine y la literatura han abundado en la descripción de estas penalidades, por lo que también voy a obviar su descripción. Debo señalar no obstante que es dable observar, la fuerte vinculación existente entre las necesidades histórico políticas y la aplicación de las penas. Los galeotes sirvieron para mantener y consolidar la hegemonía de los mares, tanto en lo económico, como en lo militar, que constituía la exigencia de la época para garantizar el imprescindible comercio de las manufacturas que iba produciendo un capitalismo creciente.
En esta época algunos países de Europa Central vendían condenados a los países marítimos para aplicarlos a las galeras, esta pena aunque no en forma masiva continuó aplicándose hasta entrado el siglo XVIII. La máquina de vapor y su aplicación a la industria naviera, tornaron obsoleta esta práctica penal y los antiguos galeotes, es decir sus continuadores, pasaron a cumplir sus condenas perpetuas manejando las bombas de achique en los diques de los arsenales, que eran los lugares próximos al mar donde se construían y reparaban las embarcaciones, nacen así los llamados "presidios arsenales". Coexisten en esta época diversas formas de penalidad utilitaria todas acordes con la exigencia histórico política que signan el proceso de cambio en las relaciones de producción que se van dando en el mundo. Así se establecen los "presidios-militares" en los que los condenados prestan sus "servicios" ya sea en las armas o en trabajos de fortificación, a este concepto de penalidad adscribe tardíamente en nuestro país la "la leva de gauchos" para combatir en la célebre "campaña del desierto" y que tan cruda como bellamente describiera Hernández en el "Martín Fierro". Otra variedad la constituyen los "presidios de obras públicas", modalidad que perdura hasta bien entrado el siglo XIX y en nuestro caso hasta el siglo XX, que consistía en el trabajo forzado en carreteras, canales y obras públicas en general. En nuestro país son ejemplo de este sistema los presidios de la Isla Martín García y el de Sierra Chica, dedicados a la explotación de canteras y fabricación de adoquines para el empedrado de las calles. No puedo sustraerme a la cita de un párrafo de Salillas que resume brillantemente este período de la evolución penitenciaria, "... ¿qué fue el galeote?" - se pregunta. "Un motor. Los progresos de la marina anulan la galera; las dotaciones desembarcan en el arsenal; dejan el remo y se aplican a la bomba; deseslabónase la cadena humana cuando el vapor llega a ser una fuerza sometida, y la misma fuerza de sangre abre galerías en las minas, canales en la tierra, sanea marismas, levanta diques, construye puertos, erige edificios y emplaza fortificaciones. Esta es la historia penitenciaria desde el siglo XVI... Durante ese tiempo el forzado ha sido remero, bombero, minero, bracero, albañil y bestia de carga arrastre. Del remo lo liberó la vela, de la mina tal vez la desconfianza, de las obras públicas la concurrencia. Parece un problema económico". También en este período se desarrolla una institución - o práctica penitenciaria- que como todas las anteriores obedece a las exigencias de la época. Era el período de la expansión territorial, iniciado exitosamente por Colón con su "encuentro" de América, es necesario extenderse y consolidar el dominio territorial, aparece así la figura de la "deportación o colonización penal ultramarina" que tuvo variadas expresiones que se extendieron desde fines del siglo XVI hasta el siglo XIX y perduró aunque ya no con tan claros objetivos geopolíticos hasta el siglo XX. Inglaterra en 1597 autorizó la "transportation" que llevó a la práctica en las colonias americanas, particularmente en Virginia y Maryland, hasta 1776 en que debió suspender obligadamente el sistema por la independencia de las colonias americanas. Dirigió entonces sus esfuerzos en dirección a Australia, descubierta y explorada, por los ingleses, en 1770, así se produce la incorporación de Australia al "mundo moderno", mediante la fundación de colonias penales que fueron luego importantes ciudades tales como Van Diemen's Land (hoy Tasmania), Port Macquarie (Nueva Gales del Sur) y la más famosa colonia penitenciaria la de la Isla de Norfolk. Sydney también tiene en su origen una colonia penitenciaria. El sistema continúa en Australia aunque declinando, hasta l850, a raíz del desarrollo aportado por la llegada de colonos a explotar las feraces tierras del continente. Francia no le va en zaga y hacia 1850 establece los muy conocidos presidios de la Guayana, de los cuáles el mas famoso la tristemente célebre "Isla del Diablo" dedicada a presos políticos, fue por una de esas ironías del destino inaugurada por un inocente el Capitán Dreyfus que habitó en ella desde 1895 a 1899, quien fuera posteriormente rehabilitado y cuya historia motivara el notable alegato de Emilio Zola "Yo acuso". También la literatura y el cine se han ocupado suficientemente de este sistema penitenciario a través de obras como la de un evadido del infierno de la Guayana René Belbenoit, quién logró sus propósitos, en 1935, después de 13 años de permanencia y publicó dos libros muy celebrados "Guillotina Seca" y "El infierno" que conmovieron el mundo de la época, como después lo hiciera Henri Charriere con su no menos célebre "Papillón". El sistema persistió hasta hace pocos años en que se resolvió su definitiva desactivación. El instituto aunque con variantes también se aplicó por parte de Portugal, lo llamaban "degredo", en Africa (Ceuta, Arzila y Tánger) y en América, en Brasil que tuvo en los degredados sus primeros colonos forzosos; otros países que lo aplicaron, con suerte diversa fueron España, Italia, Holanda, Japón y Rusia. A medida que las condiciones económicas fueron limitando el aspecto utilitario de la pena privativa de libertad y se fueron estableciendo las formas penitenciarias de reclusión en establecimientos como los que mas o menos hoy conocemos, ingresamos en un período en el que destaca la concepción panóptica de Bentham, que implica todo un criterio de economía política de la reclusión, ya que por sus características arquitectónicas - una construcción circular o poligonal- era aplicable a cualquier tipo de edificio destinado a "recluir" individuos que debían ser controlados, por lo que servía tanto para las prisiones como para los hospitales, manicomios, fábricas, establecimientos educativos, etc.; cuya funcionalidad permitía que hasta un sólo hombre ubicado estratégicamente en el centro podía vigilarlo todo. También ingresamos al periodo en que se pergeñan distintos regímenes penitenciarios buscándole el fundamento y la finalidad a esa tan antigua como cambiante práctica del encierro. A medida que la privación de libertad deja de tener correlato funcional explícito con el sistema socio-económico-político que la cobija, empieza a vivirse una cada vez más profunda crisis del sistema penitenciario, que ha llegado hasta el cuestionamiento mismo de la privación de la libertad por la vía de las teorías abolicionistas, que propugnan lisa y llanamente la abolición de la institución cárcel. Entre la cárcel tradicional y su abolición hemos de transitar otras etapas, como las formas prisionales sustitutivas (prisión abierta, hospitales asistenciales psiquiátricos, establecimientos de terapia social), los "tratamientos" sin privación de libertad o con privación limitada de la libertad (condenación condicional, arrestos de fin de semana, prisión discontinua y semidetención, trabajos para la comunidad, etc) hasta llegar al "control electrónico", que a la luz de los avances tecnológicos aparece como inevitable y es de presumir que será la modalidad que lidere el próximo milenio, atendiendo a que aparece como imposible presupuestariamente afrontar la construcción de las unidades necesarias para el control de la cada vez más numerosa población recluida, así como el aumento de la población excluida llamada a ser la destinataria privilegiada de esa forma de control social.
Bibliografía
Neuman, Elías "La evolución de la pena privativa de libertad y Regímenes Penitenciarios" / Ed. Pannedille (1971)

EN LA CIUDAD PENITENCIARIA




REVISTA CONTRATIEMPO
Dossier / Informe sobre Cárceles / Año V N° 7 / Otoño - Invierno 2005
El peligro que Walter Benjamin anticipa para el intelectual crítico que trabaja con fragmentos es el de sucumbir en ellos sin llegar a elaborar un nuevo horizonte de sentido, una nueva relación con el mundo. Cuando en la actualidad alguno de estos fragmentos estalla en nuestras manos actualiza de golpe la secreta complicidad entre las cosas, iluminando con violenta intensidad lo que nos pasa de largo. Las masacres en las cárceles de Córdoba y de Coronda acontecidas este año nos recuerdan ese espacio no pensado por la sociedad que marcha paralelo y en estrecha conexión con los intereses del poder, sus estrategias de reproducción y sus discursos hegemónicos. Mientras la miseria es la principal proveedora de población del sistema penal, éste extiende sus atribuciones sobre aquélla y en consecuencia sobre sus territorios de acción. El hacinamiento a nivel mundial de los establecimientos de reclusión revelaría que tanto el espacio físico de la prisión así como el concepto de delito están quedando chicos. Como acontece en otros casos, la literatura y la ficción ya han vaticinado el negro destino penitenciario que les podría corresponder a las ciudades en un futuro no muy lejano. Si en los albores de la modernidad Poe y Baudelaire ponen en escena por primera vez a la metrópolis como refugio de asociales, perseguidos y abandonados pero sobre todo como espacio peligroso y criminal donde el crimen brilla por su ausencia, la maquinaria del control social fija su objetivo, y moderniza sus procedimientos, en la tarea de seguirle los rastros a este hombre masificado. Y es en Kafka donde se lee la precariedad existencial del sujeto moderno, autor de un crimen siempre desconocido, juzgado por leyes y autoridades igualmente desconocidas, arbitrarias y decadentes, tan pero tan actual en nuestros días. O en Roberto Arlt, que ya en la moderna Buenos Aires de la década del 20 intuye, como Kafka, que cualquier fuga de lo real será imposible, por lo que sus personajes tendrán que resistir con ficciones e inventos a la ciudad-máquina de la que son sus residuos dehechables y que tarde o temprano siempre los llevará a la catástrofe. También desde el cine: la metrópolis de Blade Runner es el resultado de una eficiente tecnología de control espacial frente a la abrumadora desproporción entre libres y esclavizados. Los edificios blindados con forma de pirámide trunca, reminiscencia arcaica de jerarquía y poder sagrado, gobiernan los cielos para asegurarse la tierra donde habita el pueblo atrapado en las calles y sofocado por el humo y las promesas de paraísos remotos que le proyectan pantallas gigantes. En la actualidad, y en la realidad, los barrios marginales de América y de Europa, rigurosamente vigilados social y policialmente, constituirían un paso más en aquella práctica de rastreo de las masas siempre sospechosas y el inicio de esta inversión de los conceptos de adentro y afuera; el empobrecimiento de la cultura, los accesos cada vez más restringidos a la educación y la retirada del pensamiento crítico conformarían a la vez la garantía necesaria para el funcionamiento sin mayores sobresaltos de esta nueva maquinaria que tiende a fusionar la metrópolis con la penitenciaría.
Pensar la cárcel, reflexionar sobre las estrategias de expansión penal, pensar las acciones, conductas y nuevas realidades que éstas generan, reflexionar sobre sus transformaciones en el tiempo y sus nuevos modos en la modernidad, abordarla desde diferentes miradas, son los propósitos de este informe. Que se irá publicando en entregas y donde el camino será también el objetivo.
Zenda Liendivit
Buenos Aires, Mayo 2005

NOTICIAS DE PRENSA (II)

23/10/09

EL OBSERVADOR

Justicia, Asuntos Internos y Comisionado en Las Rosas

Se abrió una investigación en varios frentes para esclarecer quién efectuó los disparos que acabaron con la vida de dos reclusos en la cárcel de Maldonado

El jefe de Policía de Maldonado, Eduardo Martínez, dijo a Observa que no está claro de dónde partieron los disparos que terminaron con la vida de los internos Horacio Dutra y José Cassarino durante un motín en la cárcel departamental de Las Rosas.

Martínez narró que poco después de la medianoche del miércoles, el personal de guardia recibió un pedido de auxilio desde el sector C del establecimiento de reclusión Las Rosas. Se reportó a un interno herido de gravedad al recibir una herida punzante en el abdomen.

El guardiallaves concurrió acompañado de dos policías pero cuando abrió la puerta de la celda, reclusos con cortes metálicos caseros en mano, comenzaron a atacarlos y a abrir las otras celdas. Entonces los tres uniformados, al ser superados claramente en número, se replegaron por el pasillo que conduce al patio central.

Mientras tanto, los presos comenzaron a romper los candados de las restantes celdas por lo que unos 180 internos quedaron libres y se dirigieron rumbo al patio central desde donde se puede llegar al tejido perimetral.

Siguiendo con la descripción de los hechos aportada a Observa por el jefe de Policía de Maldonado, los presos amotinados llegaron al patio central donde a su vez la guardia carcelaria había estrechado filas para interrumpir la posible huída de los amotinados.

Los reclusos se parapetaron detrás de unos viejos escritorios y roperos metálicos. Como la situación se tensó, los policías dispararon balas de goma.

Como consecuencia de ello, 12 presos registraron contusiones en las piernas, principalmente de las rodillas hacia abajo, según dijo Martínez. También se solicitó apoyo a bomberos ya que en distintos momentos se produjeron tres focos ígneos además de algunos destrozos menores.

Tras calmarse los ánimos, se encontraron los cuerpos de dos reclusos muertos por disparos de arma de fuego.

Tras dominarse la situación a primeras horas de la mañana de este jueves y con apoyo del Grupo especial GEO, se procedió a una requisa minuciosa en todo el establecimiento carcelario. Se encontraron gran variedad de cortes metálicos caseros pero ninguna arma de fuego.

El jerarca policial de Maldonado aseguró a Observa que en ningún momento los presos amotinados plantearon reclamos o reivindicaciones.

Tras el incidente que costó la vida a dos presos y dejó heridos a otros 12, se abrió una investigación que tiene varias aristas. La propia Policía dio cuenta a la Justicia Penal la que ya instruyó un presumario. Desde el Ministerio del Interior se envió a Las Rosas al director de Asuntos Internos y un equipo de balística de Policía Técnica, estos últimos para realizar un minucioso relevamiento de los proyectiles, las armas usadas, la trayectoria de los disparos, etc.

Por su parte, el jefe de Policía de Maldonado ordenó una investigación interna para esclarecer cómo se originó el motín y las responsabilidades.

Asimismo, este viernes en horas de la mañana se constituirá en el lugar el comisionado parlamentario Álvaro Garcé, quien tomará declaración a todos los involucrados.

En diálogo con Observa, el comisionado parlamentario prefirió no abrir opinión hasta tanto viaje al lugar y recabe toda la información. No obstante, recordó que en abril y en setiembre de este año en sendos informes, alertaba sobre la difícil situación que sufre la cárcel Las Rosas de Maldonado afectada por el peor hacinamiento que registra el sistema carcelario de Uruguay.

“Ya en abril recomendaba suspender todos los ingresos de presos a Las Rosas en virtud del hacinamiento existente”, reiteró Garcé.

LA REPÚBLICA

Tensión. El enfrentamiento con la Policía fue tremendo, ya que se sublevaron 200 reclusos

Dos muertos y 13 heridos en intento de fuga masiva en el penal de Las Rosas

Dos reclusos muertos y 14 heridos, uno grave, fue el saldo del gravísimo incidente registrado poco antes de la medianoche de ayer en la cárcel de Las Rosas. Aparentemente todo comenzó en una trifulca "a muerte" entre dos internos del sector 0. Se transformó luego en un intento masivo de fuga.

Calma. La Policía logró controlar la situación tras más de dos interminables horas.

De acuerdo a las primeras informaciones, uno de los reclusos fallecidos presentaba al menos siete heridas de arma blanca, presumiéndose que fue quien cayó en el enfrentamiento primario. En tanto el otro muerto presentaba un disparo de arma de fuego, que ahora se investiga si lo efectuó un funcionario policial.

La situación en la madrugada cobró tal peligrosidad que, según fuentes policiales, por momentos se temió una fuga masiva, en tanto que varios reclusos dicen que esta versión no es la verdadera y que en realidad la policía ingresó "a los tiros".

La versión oficia indica que en determinado momento reclusos de otros cuatro sectores ­aparte de donde comenzó todo­ rompieron puertas y candados y llegaron hasta el portón exterior del establecimiento armados con hierros y cortes de fabricación carcelaria.

La situación, sumada al control de un incendio en el interior del establecimiento, fue controlada sobre las 3.00 de la madrugada, según confirmó el jefe de Policía de Maldonado.

La Policía de Maldonado apeló a todos sus recursos y hubo represión para que unos 200 reclusos de los sectores 0, 1, 2 3 y 4 no pudieran ganar los campos circundantes a la cárcel, luego de lo que habría sido una reyerta interna, aunque las versiones a última hora de ayer eran muy confusas. Todo terminó con 2 muertos y 14 heridos, uno de ellos grave.

Sobre la 1.00 la Policía de Maldonado solicitó apoyo al Ministerio del Interior, que, envió desde Montevideo una dotación de la Guardia Republicana para reforzar las tareas de control, mientras que Bomberos ­con 4 dotaciones­ trabajó para extinguir las llamas provocadas por el incendio de colchones y otros efectos de los propios internos.

Durante algún tiempo, todo el establecimiento estuvo a oscuras, ya que se interrumpió el servicio de energía eléctrica para evitar accidentes durante la operativa de los soldados del fuego.

Sobre la hora 3.30, la situación se dio por controlada aunque durante toda la jornada de ayer reinó una gran tensión dentro y fuera de la cárcel. Por la mañana, se llevó a cabo una profunda requisa apoyada por la Guardia Repúblicana, en la que se incautaron teléfonos celulares y cargadores, así como innumerables cortes de fabricación casera..

Los graves incidentes, que cobraron el saldo más alto en vidas desde la existencia del penal de Las Rosas, son investigados por el titular del juzgado penal de 4º turno, doctor Gabriel Ohanián, y el fiscal Luis Pacheco, quienes estuvieron prácticamente desde la madrugada hasta el mediodía de ayer en el lugar de los hechos. En tanto, se enviaron a Montevideo, para pericias balísticas, varios trozos de metal pertenecientes a proyectiles que, también se procura saber desde dónde fueron disparados.

La versión oficial

El jefe de Policía de Maldonado, Eduardo Martínez, explicó ayer a la mañana: "Apenas pasada la medianoche fuimos alertados por un tema de un incidente de uno de los sectores entre dos reclusos, eso en primera instancia; aparecen lesiones de arma blanca, también algún proyectil, y cuando se pide asistencia ciento y pico de reclusos empiezan a romper algunos candados y se dirigen hacia la guardia. Eso trae aparejado que la guardia haga la contención".

Pero LA REPUBLICA pudo saber por otras fuentes que en realidad poco antes de la medianoche llamaron a la guardia desde el sector 0 (allí se alojan delincuentes "muy pesados"), porque un interno se encontraba presuntamente herido, revolcándose en el piso cuando la guardia arribó, fue abordada por otro grupo de internos que rápidamente tomaron el control de la situación, amenazando a los efectivos mientras "afilaban" cuchillos en el piso del patio interior al grito de "ahora a ver que pasa". Casi en simultáneo, los internos de los sectores 1, 2, 3 y 4 comenzaron a destrozar puertas y candados hasta hacer replegar a la guardia, no más de 10 efectivos (hombres y mujeres) en total a esa altura de la noche. Allí se produjo una refriega en la que algunos efectivos resultaron con ropas razgadas e internos heridos; luego se sumaron refuerzos que, utilizaron balas de goma y perdigonadas en el intento por evitar la fuga, no descartándose que se haya utilizado al menos un arma corta de fuego.

Eduardo Martínez, confirmó que los dos internos fallecidos son Horacio Dutra Quiroga y José Francisco Garrasini Pereira, y que hay un tercer recluso grave, Gustavo Jiménez Merino, quien ayer a la tarde se encontraba estable en el Hospital Maciel de Montevideo. Además, hubo otros 13 lesionados de distinta entidad que fueron asistidos en los hospitales de San Carlos y Maldonado. Ayer a la tarde, tres permanecían internados en el Hospital Elbio Rivero de Maldonado y otro en el hospital de la ciudad de Rocha.

El informe forense no se conoció, pero insistentes versiones daban cuenta de que uno de los fallecidos presentaba siete heridas de arma blanca y perdigonadas, en tanto el otro murió por un impacto de bala en el cráneo.

La versión de los reos

Un interno de Las Rosas, se comunicó telefónicamente con este corresponsal en la mañana de ayer y dio su testimonio. Acusó a la Policía de haber ingresado a un sector a los balazos, y aseguró que tenían en su poder varios casquillos de pistolas 9mm, las utilizadas por la Policía.

No se refirió a riñas internas ni a un intento masivo de fuga, sino a que el detonante habría sido un pedido para que un interno fuera trasladado a la enfermería, luego de que se produjera una refriega en el que uno de ellos, al menos, sufrió varias heridas de arma blanca.

En el entorno del establecimiento hubo centenares de familiares que intentaban tener noticias de lo ocurrido y fundamentalmente la nómina de heridos que no fue aportada públicamente por las autoridades, aunque LA REPUBLICA accedió a ella.

Se trata de Alejandro Silva, Ismael Trías, Daniel Rodríguez,, Cristopher Báez, Gustavo Machín, Hugo Beltrán, Abel García, Alejandro Núñez, Jorge Pereira, Adrián Cabrera, Jorge Díaz y Mauricio Troteiro.

Las investigaciones prosiguen a todo nivel para determinar exactamente coómo ocurrieron los hechos, ya que las versiones son varias y encontradas.

Hospital saturado

El doctor Carlos Olivet, director del Hospital de San Carlos, declaró ayer a una radio local que el nosocomio se vio prácticamente desbordado, aunque pudo brindarse atención adecuada a todos los heridos. Cinco de ellos estaban grave, presentaban múltiples heridas de arma blanca y de fuego.

Indicó que el nosocomio "no cuenta ni con la cantidad de gente ni con el espacio para proceder correctamente", pero de todas formas "se hicieron las cosas bien, no se demoró ningún tratamiento y el cirujano actuó seguro; salimos adelante", puntualizó el doctor Olivet.

EL PAÍS

Guardia utilizó munición letal para reprimir motín

Presos. Dos muertos y 12 heridos fue el saldo del incidente

MALDONADO

Los dos reclusos muertos en el motín de Las Rosas lo fueron por disparos de arma de fuego. Sobre uno al menos no cabrían dudas de que fue la guardia cuando se le terminaron las balas de goma y unos 200 presos se les venían encima.

El recluso muerto en la planta baja de un disparo de escopeta cayó durante un enfrentamiento entre presos y policías, indicaron fuentes de la investigación consultadas por El País. En tanto, cómo y a manos de quién murió el otro preso que tenía un impacto de proyectil de 9 milímetros en la cabeza hallado en la planta alta, todavía es un misterio. También en la planta alta fue hallado el otro recluso que al momento está grave en el CTI con una bala que le entró por el cuello y se le alojó en la nuca. En total hay 12 heridos. Las armas no fueron halladas aún y nadie se ha hecho cargo de los disparos letales.

Si bien en principio se manejó que todo había comenzado con una reyerta entre presos, ahora la investigación dio un giro y se estima que fue un motín preparado. Fuentes de la investigación indicaron que los reclusos llamaron a la guardia fingiendo que había un interno herido. Cuando tres guardias llegaron -había 10 guardias en total para 200 reclusos-, vieron que un preso se tomaba el abdomen. Pero cuando abrieron todos se les fueron encima con cortes carcelarios.

En este sentido alguna de las acciones policiales podrían configurar legítima defensa.

Hoy el juez actuante comenzará la delicada indagatoria a todos los efectivos de la guardia y a varios reclusos. Paralelamente se buscaban posibles armas escondidas en el penal.

Fuentes de la investigación indicaron que las pericias forenses y de Policía Técnica se esperan para el próximo lunes.

¿y la llave? El episodio dejó en falsa escuadra la capacidad de respuesta de la Policía. Poco después de iniciado el motín, los responsables de la cárcel informaron que no disponían de balas de goma para reprimir a los presos. Así trascendió que las balas se guardaban en una dependencia de la Jefatura cerrada con un candado. La llave estaba en poder de un funcionario que no estaba de turno. Uno de los móviles que partió hacia la cárcel se quedó sin nafta por el camino. En tanto, el auto de la Dirección de Investigaciones se encontraba fuera de servicio por la falta de cuatro neumáticos, según informó la emisora local FM Gente.

Familiares y reclusos denunciaron, por su parte, a El País que durante la revuelta la guardia utilizó balas de verdad. De hecho trascendieron fotos tomadas con celulares que muestran heridas y casquillos recogidos en el lugar, como la que se publica en esta página.

Mientras la Policía reprimía el motín, un recluso envió un mensaje de texto a un cronista de Radio Maldonado en el que expresó textualmente: "Acá en la cárcel la Policía tiene que tirar balas de goma y están tirando balas de verdad. Hay que hacer algo, hay heridos graves."

Otro en tanto, se comunicó con FM Gente y aseguró que la policía ingresó a un sector "a los balazos". Este recluso aseguró que tenía en su poder varios casquillos de calibre 9 mm. Asimismo, aseguró que no hubo un intento de fuga masivo, en contradicción con la versión de las autoridades.

ÚLTIMAS NOTICIAS

procuran determinar de dónde partieron los disparos que mataron a reclusos
Dos muertos y 12 heridos
dejó motín en Las Rosas

Dos muertos y 12 heridos fue el saldo de los incidentes registrados ayer en la cárcel departamental de Maldonado. Luego de cuatro horas la guardia, con apoyo de efectivos de la Republicana, logró controlar la situación.

Si bien en los últimos meses se habían registrado violentos motines en el establecimiento carcelario Las Rosas, el que estalló en la madrugada del jueves fue sangriento e involucró a numerosos presos. Lo sucedido es investigado porque uno de los fallecidos tiene un tiro en la cabeza y el otro recluso que murió presenta varias puñaladas y heridas de perdigones.

La información oficial consigna que el incidente comenzó cuando dos presos se trabaron en lucha con cuchillos. Otros reclusos testigos de lo que pasaba comenzaron a gritar solicitando ayuda de la guardia. Cuando los funcionarios ingresaron al recinto de celdas para controlar la situación fueron atacados por numerosos presos, lo que dio comienzo al desorden que luego terminó en un motín de importantes proporciones.

Se escucharon disparos y gritos y los guardias retrocedieron para luego volver con más apoyo y cargar contra los procesados. El desacato se generalizó en toda la cárcel y al parecer varios sujetos intentaron fugar temiéndose una evasión masiva. Cerca de 200 reclusos lograron ganar el patio, pero no llegaron a traspasar la alambrada. Entonces se solicitó a la Jefatura de Montevideo refuerzos, enviándose a unidades de la Guardia Republicana.

Se produjeron incendios en el interior del establecimiento y los reclusos quemaron muebles y colchones. Luego de cuatro horas, la situación fue controlada y catorce reclusos heridos en los enfrentamientos fueron trasladados primero a un centro asistencial de San Carlos y los más graves derivados al Hospital de Maldonado.

Se constataron los fallecimientos de Horacio Dutra Quiroga y José Francisco Casarino Pereira, uno de ellos por impacto de bala en la cabeza y el otro por puñaladas y perdigonadas. Otros doce resultaron lesionados, uno de estos, identificado como Gustavo Giménez Merino, se encuentra en grave estado.

Por ahora impera una tensa calma y la situación se tiene como controlada pero hay nerviosismo entre la población carcelaria. Sin duda fue el motín más violento que se registró en lo que va del año en ese establecimiento, donde en los últimos meses ocurrieron desórdenes que arrojaron lesionados.

La Justicia recibió la información sobre lo sucedido y, como es lógico, se abrió un expediente del caso para investigar cómo se registraron estos hechos. En las próximas horas el magistrado de turno tomará declaración tanto a policías como reclusos. El jefe de Policía de Maldonado, señaló que ahora la situación en la cárcel de Las Rosas se encuentra controlada. Eduardo Martínez explicó que todo se inició con un enfrentamiento entre dos presos.

"Recibimos la información de que en uno los sectores de la cárcel se estaba registrando una pelea a puñaladas entre dos reclusos y que otros pedían ayuda. Ante esto, la guardia internada decidió intervenir y entonces, según se me informó, los funcionarios fueron atacados por varios presos".

Eso fue lo que desencadenó el enfrentamiento posterior con los policías. Martínez indicó que "los desórdenes fueron importantes y lamentablemente dos personas que se hallaban alojadas en esta cárcel perdieron la vida, mientras que otro recluso está grave y hay varios lesionados".

El titular de la jefatura fernandina recalcó que se realiza una investigación interna para determinar cómo sucedieron los hechos y que interviene la Justicia departamental.

Garcé viaja hoy a Maldonado

El comisionado parlamentario para el Sistema Carcelario, Álvaro Garcé, manifestó a Ultimas Noticias que tomará cartas en la situación del establecimiento penitenciario Las Rosas, para lo cual viajará en las próximas horas a Maldonado.

Garcé adelantó que realizará la investigación con vistas a redactar un informe que presentará al Parlamento, si bien declinó hacer comentarios respecto de los hechos en tanto no haya terminado el estudio.

En cuanto al contexto, Garcé recordó haber recomendado en abril próximo pasado que se cerrara el establecimiento carcelario para nuevos reclusos hasta que se terminaran las obras que se comenzarán.

Además, el comisionado parlamentario evocó que también planteó en abril que se adjudicara la custodia externa de establecimiento a una guardia de efectivos del Ejército.

Con motivo de la presentación del informe anual, Garcé indicó haber señalado que Las Rosas es la cárcel más hacinada del país, con una relación de reclusos y plazas de tres personas por cada lugar.



EL ESPECTADOR

Motín: investigan causas

Asuntos Internos del Ministerio del Interior y la Justicia Penal investigan las causas del motín ocurrido este jueves de madrugada en la cárcel de Las Rosas, en Maldonado, que terminó con la muerte de dos reclusos y varios heridos.

Consultado por El Espectador, el jefe de Policía de Maldonado, inspector Eduardo Martínez, relató que los disturbios comenzaron sobre la medianoche del miércoles cuando 200 reclusos estuvieron con sus celdas abiertas, quemaron colchones y estuvieron a punto de fugarse del penal.

Según publica este viernes El Observador, el cuerpo de uno de los reclusos, José Francisco Garrasini, presentaba un disparo en el cráneo, mientras que el otro fallecido fue identificado como Horacio Dutra Quiroga.

El comisionado parlamentario para el Sistema Carcelario, Álvaro Garcé, concurrirá hoy al establecimiento para conocer de primera mano los incidentes ocurridos.

Consultado por El Espectador, Garcé recordó que en abril realizó un informe con recomendaciones, en el que se constata que “Las Rosas” es la cárcel con mayor índice de hacinamiento en el país.

EL PAÍS (VESPERTINO)

Continúan indagatorias por motín en Las Rosas

El juez actuante comenzará la delicada indagatoria a todos los efectivos de la guardia y a varios reclusos involucrados en la madrugada de ayer en los incidentes ocurridos en la cárcel departamental fernandina.

Desde ayer, se buscan armas de fuego en el penal, tras confirmarse que los dos reclusos muertos, perecieron por heridas de bala.

Sobre uno al menos no cabrían dudas de que fue la guardia cuando se le terminaron las balas de goma y unos 200 presos se les venían encima.

El recluso muerto en la planta baja de un disparo de escopeta cayó durante un enfrentamiento entre presos y policías, indicaron fuentes de la investigación consultadas por El País. En tanto, cómo y a manos de quién murió el otro preso que tenía un impacto de proyectil de 9 milímetros en la cabeza hallado en la planta alta, todavía es un misterio. También en la planta alta fue hallado el otro recluso que al momento está grave en el CTI con una bala que le entró por el cuello y se le alojó en la nuca. En total hay 12 heridos. Las armas no fueron halladas aún y nadie se ha hecho cargo de los disparos letales.

Si bien en principio se manejó que todo había comenzado con una reyerta entre presos, ahora la investigación dio un giro y se estima que fue un motín preparado. Fuentes de la investigación indicaron que los reclusos llamaron a la guardia fingiendo que había un interno herido. Cuando tres guardias llegaron -había 10 guardias en total para 200 reclusos-, vieron que un preso se tomaba el abdomen. Pero cuando abrieron todos se les fueron encima con cortes carcelarios.

En este sentido alguna de las acciones policiales podrían configurar legítima defensa.

GARCÉ . El Comisionado Parlamentario para el Sistema Carcelario, Álvaro Garcé, irá hoy a Las Rosas para realizar su propia investigación en torno a los incidentes.

Ayer, Garcé mandó una representante, pero hoy estará personalmente en el penal, entrevistándose con reclusos y la guardia penintenciaria.